El campo electromagnético humano: CEM

¿Sabías que a todo ser vivo nos rodea un gran campo de energía? A través de este campo percibimos más allá de nuestros cinco sentidos. Cuando utilizamos expresiones como “tengo el presentimiento”, “me lo dice la intuición” o “es un sexto sentido” a menudo estamos percibiendo la información que entra a través de nuestro campo y que, aunque no veamos, podemos sentir.¿Qué es el CEM?

Antes de hablar sobre las características de este campo de energía, conozcamos las bases científicas que lo explican.

Cada célula de nuestro organismo tiene una carga eléctrica de entre 70 y 90 milivoltios, en estado de salud, y toda carga eléctrica en movimiento genera campos magnéticos. Esto es aplicable desde la más pequeña célula hasta cada uno de nuestros órganos, músculos, tejidos, nervios…, por lo que, en suma, nuestro cuerpo genera un gran campo electromagnético (CEM) que se extiende a nuestro alrededor y que, aunque no lo veamos, esta ahí cumpliendo funciones vitales para nuestro organismo y generando importantes influencias en nuestras vidas.

Los primeros estudios científicos serios sobre el campo electromagnético humano (comúnmente conocido como aura) los llevó a cabo la Dra. Valerie Hunt en la década de los 60. La Dra. Hunt, neurofisióloga erudita en su campo, empezó a medir el CEM de las personas, ella lo llamó bioenergía humana, realizando importantes hallazgos que la convirtieron en principal autoridad científica mundial sobre un fenómeno del que se ha hablado durante muchos siglos, pero que nunca había sido medido científicamente: el aura humana.

¿Qué características tiene el CEM?

Este campo de energía emite patrones coherentes de ondas que llevan información e interactúan con la energía de las cosas y personas a nuestro alrededor, estableciendo una comunicación sutil y fundamental con nuestro entorno. Estas ondas tienen unas características de frecuencia (ciclos por segundo) y  longitud de onda (distancia entre una onda y la siguiente) determinadas y varían de una persona a otra. El CEM humano empieza a los 400 cps aproximadamente y puede llegar hasta un millón.

Podemos conocer mucho sobre una persona en base a su información bioenergética. Las que emiten vibraciones más bajas suelen dedicar la mayor parte de su tiempo a actividades físicas. Las frecuencias intermedias denotan una persona con gran actividad intelectual, mientras que las frecuencias más altas se dan con actividades de tipo espiritual o místico.

Algunas personas tienen toda la gama de frecuencias en su CEM y pueden utilizar cualquier escala que necesiten para adaptarse al entorno. Esto se llama salud. Cuando el CEM es armónico y coherente, la persona puede percibir más allá de sus sentidos. El problema viene cuando un CEM se queda encerrado en una escala de frecuencia y amplitud en particular. Se vuelve rígido, no se adapta y aparecen alteraciones que pueden afectar a otros niveles.

¿Qué aplicación práctica tiene saber que el CEM existe?

La Dra. Hunt encontró que nuestro CEM contiene información relacionada con las condiciones y enfermedades fisiológicas, emocionales y del nivel consciente de una persona.

El CEM abarca a todo el ser humano: la salud, las emociones, el aprendizaje, la creatividad, todo lo que la persona es, toda “su información”. También es a través de este campo desde donde recibimos primero toda la información del exterior, antes de que llegue a nuestros sentidos.

Cuando en este campo hay perturbaciones, tarde o temprano se manifestarán en el cuerpo humano a distintos niveles: físico, emocional, mental… Asímismo, nuestras emociones y pensamientos lo organizan, de modo que las emociones y pensamientos destructivos y disociadores lo organizarán destructivamente.

Viendo hasta qué punto interviene este campo en cada uno de nuestros procesos psicofisiológicos, ¿no os parece de vital importancia conocer esta información?

¿Puede sufrir perturbaciones nuestro CEM?

Nuestro CEM puede verse alterado de dos formas distintas: desde el interior del ser o desde el exterior.

  • Alteraciones internas

Como ya hemos visto nuestros pensamientos y emociones hacen que nuestro campo cambie. Un estado mental y emocional alterado (miedo, ira, tristeza) se refleja en nuestra psicofisiología. Se produce una alteración eléctrica del cerebro, de nuestros neurotransmisores cerebrales, y el campo se desestabiliza. Si es pasajero, todo vuelve a la normalidad, aunque el campo haya cambiado. El problema viene si ese estado mental alterado se vuelve permanente (crónico). Es entonces cuando el CEM queda dañado.

  • Alteraciones externas

Nuestro campo energético no es estático. Está constantemente absorbiendo y exteriorizando energías en un proceso de intercambio con otros seres vivos así como con el entorno. Un ejemplo de ello, que todos reconocemos, es cuando nuestra disposición física, psicológica y mental cambia al entrar en contacto con otra persona o con un entorno determinado. Dado que nuestro campo energético es abierto, flexible y “poroso”, si no tenemos un conocimiento y control de nuestras energías, estamos expuestos a la influencia de las energías de las personas y los ambientes que nos rodean. Por otro lado, a pesar de nuestro nivel de conocimiento, también nosotros afectamos, en grados distintos, los campos energéticos de las personas y los lugares que frecuentamos en nuestro día a día.

¿Cómo podemos mantener en equilibrio nuestro CEM?

Como hemos visto somos mente, cuerpo, emociones y también campo electromagnético. Un sistema complejo cuyo equilibrio no se entiende sin evaluar y atender cada una de las dimensiones involucaradas. Parece casi imposible creer que, recién enterados de que tenemos un campo de energía a nuestro alrededor, seamos capaces de mantenerlo en equilibrio. Pero aprender a ser conscientes y evaluar la calidad de nuestras energías y controlarlas es una capacidad inherente en todos nosotros. Sólo necesitábamos el conocimiento, ahora es momento de la práctica. De entrenar nuestra capacidad de decidir qué pensamos, sentimos y cómo vibramos para poder alcanzar el estado de salud a todos los niveles y vivir plenamente.