Mindfulness para niños. Entrenando la atención plena.

En los últimos años se ha hablado mucho de los beneficios del mindfulnes en niños. Numerosos estudios han descubierto que la práctica sistemática del mindfulness les ayuda a mejorar el control de sus impulsos, a manejar mejor sus emociones e incluso a mejorar su rendimiento académico. Pero veamos primero en qué consiste esta práctica de la que tanto se comenta.

 

¿Qué es el mindfulness?

El mindfulness es la aptitud de la mente para prestar atención a lo que hay, aquí y ahora, estando totalmente conscientes de cada momento que vivimos. Queriendo comprender qué es lo que ocurre, desde una actitud abierta y amable. Sin juzgar, ignorar las cosas o dejarse arrastrar por todo el ajetreo de cada día. Mindfulness es estar amablemente presente en lo que ahora es. En cada momento.

 

¿Por qué mindfulness para niños?

Los niños tienes por naturaleza una mente curiosa e inquisitiva, ellos quieren saber. Están más fácilmente en contacto con este momento. Son buenos en prestar atención, pero a menudo están demasiado ocupados, igual que los adultos. Están fatigados, se distraen con facilidad, están inquietos. Muchos hacen demasiadas cosas y “son” muy poco. Se vuelven mayores antes de que hayan podido ser realmente niños. Ya sea en el plano social, emocional, en la familia, en la escuela: están ocupados con miles de cosas. Realmente demasiadas. El “botón de encendido” funciona, pero ¿dónde está el de pausa?

Con la práctica de la atención y el estar conscientemente presentes, los niños aprenden a parar por un instante para tomar aliento y sentir lo que necesitan en ese preciso momento. Así pueden detener el piloto automático. Observar qué piensan, qué sensaciones tienen, qué pasa a su alrededor. Dejan a un lado sus impulsos. Recuperan el timón para concentrarse en “ser”. Aprenden a prestar y prestarse atención, una atención amable. Aprenden a no tener que esconder nada. Esto les lleva a adquirir una mayor comprensión hacia su propio mundo interior y también hacia el de otros. Así se genera un círculo de prestar atención consciente, recibirla y transmitirla, y se encuentran fuertemente anclados en el AHORA.

 

Aunque parezca simple y completamente intuitivo esto de ser consciente de uno mismo y del entorno a cada momento, no es algo que consigamos con facilidad. Sobre todo los adultos. Vivir obsesionado por el pasado o por el futuro es algo que se le da muy bien al cerebro humano adulto, experto en recordar y en prever. Sin embargo, las investigaciones revelan que vivir en el presente, aun en los actos más sencillos, como pelar una manzana o caminar, añade mucha felicidad a la vida de quienes lo intentan. Es algo que los niños, que tienen un cerebro más inmaduro, logran hacer con mayor naturalidad. Por este motivo, entrenar con ellos prácticas de mindfulness os va a resultar sorprendente.  Vais a poder comprobar cómo, dándoles las pautas, a ellos les resultará siempre más fácil que a vosotros. Y podéis ayudaros de su “maestría” natural en este campo y entrenar juntos la atención plena.

Para mostraros cómo de sencillo y útil puede ser la práctica del mindfulnes, a continuación os dejo un pequeño ejercicio que ayuda a los niños (también a los adultos) a conciliar el sueño. Podéis recitarle este texto justo antes de irse adormir, o ya en la cama, aquellos días en los que el cuerpo quiere dormir pero la cabeza todavía no. O aún mejor, ¡cada día!

 

¿Qué haces si tu cuerpo quiere dormir y tu cabeza todavía no?

Cuando no puedes conciliar el sueño te das cuenta de que todavía sigues pensando en aquello que hoy no fue bien, en las cosas que te parecen difíciles o lo que te asusta… la “fábrica de los pensamientos” funciona sin cesar. Estás muy despierto.

Para ayudarte a dormir, quiero pedirte que te tumbes cómodamente. Los músculos sueltos y relajados, los ojos cerrados. Y ahora, lleva tu atención a todos esos pensamientos que pasan por tu cabeza.

¿De qué van realmente? Obsérvalos por un momento. Como si estuvieras mirando una película subtitulada. Una y otra vez nuevas frases y palabras… Planes… Ideas…

Algunas veces tus pensamientos son muy divertidos y te hacen reír. A veces son traviesos. A veces están enojados y tienen un tono airado. Y a veces tus pensamientos están muy preocupados… Cuando estás tranquilo puedes oír tus pensamientos. Puedes escuchar sobre qué tratan. No tienes por qué hacer todo lo que te dicen, ni por qué creértelos. Tampoco lo saben todo. Simplemente son pensamientos…

Cuando estás tranquilo puedes darte cuenta de lo rápido que aparecen de la nada. Se quedan por un segundo y luego se van. Siguen yendo y viniendo… No cesan nunca. Hasta que decides no escucharlos más y poco a poco trasladas tu atención de tus pensamientos a tu vientre.

En tu vientre no hay pensamientos. Tómate el tiempo necesario para ir de tu cabeza a tu vientre. En el interior de tu vientre hay calma… Si quieres puedes poner tus manos sobre tu vientre. Completamente concentrado en el contacto de tus manos con tu vientre.

Allí, muy lejos de tu cabeza, cerca de tu vientre, allí sientes el suave vaivén de tu respiración. Tu vientre sube un poco y baja un poco… Siente el suave movimiento de tu vientre. El suave movimiento de tu respiración. No necesitas hacer nada. En tu vientre no hay pensamientos. Presta atención a tu vientre. El vientre sube un poco, baja un poco. Por sí mismo.

En el interior de tu vientre se está bien. Hay una agradable tranquilidad. Allí no llegan las preocupaciones… En el interior de tu vientre hay paz. Allí no llega esa pelea… En el interior de tu vientre está la respiración. Calma profunda…

Déjate llevar por esta calma… Acéptala. Date permiso para dormir plácidamente.

Completamente cansado te entregas a la calma del suave vaivén de tu respiración. Respiración y calma… Y a partir de esa calma puedes dormirte. Entrégate a la calma.

Que duermas bien… Buenas noches…